Las papas son un alimento común y versátil utilizado en diversas partes del mundo, y uno de los beneficios poco conocidos es su capacidad para favorecer la microbiota intestinal. Según el nutricionista Aitor Sánchez, guardar las papas cocidas en la heladera ofrece ventajas nutricionales importantes. Esta práctica transforma parte del almidón presente en el tubérculo en almidón resistente, un tipo de fibra que es altamente beneficiosa para la salud intestinal.
Cuando las papas son cocinadas y posteriormente refrigeradas, se produce un proceso llamado retrogradación del almidón, donde parte del almidón original se convierte en almidón resistente. Este cambio ayuda a mejorar el funcionamiento del sistema digestivo y, al agregar un poco de aceite de oliva a las papas refrigeradas, se aumentan aún más sus propiedades beneficiosas. Sánchez explica que entre más ciclos de calentamiento y enfriamiento se produzcan, mayor será la cantidad de almidón resistente generado; sin embargo, recomienda no repetir este proceso de forma intencionada, ya que podría comprometer la seguridad alimentaria debido al crecimiento bacteriano.
Además de aumentar la cantidad de fibra y reducir el impacto glucémico de los platos, el consumo de papas cocidas refrigeradas puede disminuir el aporte calórico. Aunque este truco es efectivo, no debe ser visto como la solución a todos los problemas nutricionales. Para maximizar sus beneficios, se sugiere consumir las papas con ensaladas y legumbres, integrándolas en un patrón alimenticio equilibrado. Sánchez concluye que las papas pueden ser un excelente complemento, siempre y cuando se utilicen dentro de un enfoque saludable y variado de la dieta.