Durante mucho tiempo persistió la creencia de que los alimentos congelados eran menos nutritivos que los frescos, pero expertos en nutrición han comenzado a desafiar esta idea. Según estos especialistas, la congelación no solo ayuda a preservar las vitaminas y minerales, sino que representa una opción práctica para mantener una dieta equilibrada y al mismo tiempo reducir el desperdicio de alimentos.
Una especialista en salud intestinal mencionada por Portafolio sostiene que “las verduras congeladas suelen ser igual o incluso más nutritivas que los productos frescos que pasaron mucho tiempo en transporte y almacenamiento antes de llegar a la cocina”. Este fenómeno es especialmente notable en vegetales que son congelados pocas horas después de la cosecha mediante un proceso de congelación rápida, lo cual evita la pérdida de nutrientes esenciales.
Un ejemplo práctico de este efecto se observa en las espinacas congeladas. Aunque las frescas son nutritivas, su vida útil es limitada. La congelación no solo prolonga su conservación, sino que al cocinarlas se reduce el ácido oxálico, lo que a su vez mejora la absorción de minerales. Las arvejas son otro caso vital; comienzan a perder nutrientes inmediatamente después de la cosecha, por lo que optar por su versión congelada asegura que mantengan su riqueza nutricional. Asimismo, moras y frutas del bosque congeladas permiten disfrutar de sus antioxidantes durante todo el año, mientras que el maíz, al ser congelado y cocido al vapor, mejora la biodisponibilidad de compuestos beneficiosos para la salud ocular. En un mundo donde el tiempo y el bienestar alimentario son cada vez más cruciales, conocer los beneficios de los alimentos congelados puede ayudar a tomar decisiones más saludables y prácticas en nuestra alimentación diaria.