El caso del jockey Andrés Morosini, que secuestró y mató a sus hijos en Uruguay, continúa conmocionando a la sociedad uruguaya. Las últimas horas del joven de 28 años mostraron un patrón de violencia y desesperación, en medio de un contexto de conflictos familiares, amenazas y un intento previo de suicidio que, finalmente, culminó en una tragedia de consecuencias dramáticas para la familia y la comunidad.
Contexto del caso y antecedentes familiares
Morosini, residente en la ciudad de Mercedes, en el departamento de Soriano, vivía a escasos metros de su expareja, Micaela Ramos. La relación entre ambos había sido marcada por episodios de violencia y hostigamiento, que llevaron a que la Justicia le prohibiera acercarse a menos de 50 metros de su ex pareja. Sin embargo, no existían restricciones específicas respecto de los hijos en común, Alfonsina de 2 años y Francisco de 6, quienes permanecían con la madre en Mercedes.
Últimos días y la trágica noche
El miércoles, Andrés Morosini aprovechó un parón en su trabajo en la obra de construcción para acercarse a la casa de su ex y sus hijos. Allí, discutió con Micaela Ramos, la amenazó y, en una acción violenta, se llevó a los niños a la fuerza. La huida fue a toda velocidad, y minutos después, Morosini se arrojó con su vehículo a un arroyo cercano, en una zona conocida por su dificultad para escapar.
El auto, un BYD rojo, fue hallado por un buzo a unos 70 metros de la estructura del puente, tras haber sido golpeado por la corriente. Dentro del vehículo, se encontraron los cuerpos de Morosini y sus hijos, en un escenario que evidencia un desenlace trágico y estremecedor.
Intento de suicidio previo y antecedentes de violencia
Se conoció que, días antes del incidente fatídico, Morosini había intentado quitarse la vida en el estudio de un hipódromo de Mercedes. Sus compañeros lograron rescatarlo a tiempo. Además, el joven había sido suspendido por problemas de conducta en su actividad como jockey y en el ambiente de las carreras, donde su comportamiento generaba rechazo.
El vínculo con su expareja también fue tenso, debido a los celos y hostigamientos, que derivaron en denuncias por violencia verbal y física. La Fiscalía le había impuesto medidas de protección, pero los intentos de acercamiento y las amenazas continuaron en las semanas previas a la tragedia.
El fenómeno de la violencia vicaria y el contexto social
El caso refleja la problemática de la violencia vicaria, un tipo de violencia de género en la que se afectan a los hijos para infligir daño en la madre. La situación provocó una movilización social en Montevideo, donde organizaciones feministas y de derechos humanos exigieron mayor protección para las víctimas y la implementación de medidas preventivas, como la alerta Amber, aún pendiente de puesta en marcha en Uruguay.
Reacciones institucionales y sociales
Autoridades nacionales y de la sociedad civil expresaron su profunda preocupación y repudiaron la violencia. La Red Uruguaya contra la Violencia de Género convocó una movilización frente a la Torre Ejecutiva, donde manifestantes reclamaron justicia y nuevas acciones para prevenir estos delitos. El secretario de la Presidencia, Alejandro Sánchez, admitió que «el Estado está en falta» y anunció la creación de una comisión para fortalecer las políticas públicas de protección.
Por su parte, la vicepresidenta Carolina Cosse y otros referentes políticos condenaron el hecho y remarcaron la importancia de erradicar la violencia de género en todas sus formas.
Reflexión y medidas a largo plazo
El trágico caso de Andrés Morosini y sus hijos pone en evidencia la necesidad de mejorar los sistemas de protección a víctimas de violencia familiar y de género en Uruguay. La implementación efectiva de sistemas de alerta temprana, incluyendo la alerta Amber, y la mayor supervisión en casos de violencia y hostigamiento, son pasos fundamentales para evitar tragedias como esta en el futuro.
La comunidad y las autoridades enfrentan ahora el desafío de actuar con mayor contundencia y en coordinación, para garantizar la protección de quienes están en riesgo y evitar que estos hechos vuelvan a repetirse.