María, una argentina que recorrió el mundo, regresó a su país con una visión renovada y reveladora. Desde sus experiencias en Europa y Medio Oriente, descubrió que estar lejos permite valorar mucho más lo propio. Su viaje empezó en la infancia, motivada por su madre, y continuó con trabajos temporales en Costa Rica y México, hasta que tomó la decisión de vivir en Europa. La experiencia en Francia, por ejemplo, le enseñó sobre los choques culturales y la importancia de hablar el idioma, aspecto que subestimó inicialmente. En Qatar, durante la organización para trabajar en el Mundial, María experimentó un sentimiento profundo de cercanía y orgullo argentino, aunque estuviera lejos. Compartir con otros compatriotas en contextos tan distintos le permitió entender los valores comunes y apreciar sus raíces en medio del lujo y la diversidad cultural.
Tras su paso por Montenegro y Estados Unidos, María volvió a Argentina, pero su perspectiva cambió para siempre. La distancia física le permitió comprender cuánto puede fortalecer la identidad nacional y cuánto enriquecen las experiencias internacionales. La sensación de estar lejos fue, en realidad, una forma de compromiso con su país y con su propia historia. Ahora, con una visión más global y una mayor confianza en ella misma, María destaca que dejarse sorprender por el mundo le enseñó a confiar en su capacidad de adaptarse y aprender, transformando cada experiencia en un motor de crecimiento personal.