Este verano se cumplen 50 años del estreno de “Tiburón”, la película que transformó la percepción del miedo en el cine y reconfiguró la relación de la humanidad con el océano. Desde su lanzamiento en junio de 1975, la obra maestra de Steven Spielberg ha mantenido su estatus como sinónimo del pánico profundo que despiertan las aguas oscuras. Con una trama sencilla, la historia de un tiburón blanco que ataca a los bañistas en un tranquilo pueblo costero generó no solo una taquilla monumental, sino una ola de temor y fascinación por estos majestuosos depredadores.
La película se basa en la novela homónima de Peter Benchley y fue el primer gran blockbuster del verano norteamericano. Con la icónica música de John Williams que acompaña cada aparición del tiburón, los espectadores aprendieron que el miedo puede ser palpable incluso cuando el monstruo no está en pantalla. En lugar de mostrar el tiburón desde el principio, Spielberg optó por crear suspense y tensión, enfocándose en la anticipación y la amenaza que representaba. Las interminables colas en los cines reflejan el miedo que la película logró instalar en la psique colectiva.
Desde su estreno, el impacto de “Tiburón” ha sido profundo. Aunque la película convirtió a los tiburones en vilipendiados y temidos, también instigó un interés que llevó a la conservación de estas criaturas. Con el tiempo, muchos biólogos han trabajado para cambiar la narrativa, mostrando que los tiburones no son peligrosos para los humanos por naturaleza. Al contrario, ejercen un rol crucial en los ecosistemas marinos. Estudiosos destacan que el riesgo de ser mordido por un humano es significativamente mayor que ser atacado por un tiburón, redibujando la conversación sobre su imagen en nuestra cultura.