El conflicto entre Wanda Nara y Mauro Icardi ha alcanzado un nuevo nivel de tensión tras un reciente fallo judicial que autoriza al futbolista a reencontrarse con sus hijas, Francesca e Isabella, generando un gran revuelo mediático. La judicialización de su relación ha puesto en el centro de la controversia no solo a la expareja, sino también a la vida de las niñas, quienes se han visto arrastradas por la disputa legal y emocional entre sus padres.
El escándalo se desató cuando Icardi, después de meses de disputas, recibió permiso para un régimen de visitas de siete días, justo antes de su retorno a Turquía. La situación se complicó cuando Wanda Nara no cumplió con la entrega de las menores en el horario acordado, lo que llevó al futbolista a esperar durante horas en el edificio Chateau Libertador junto a su equipo legal. La creciente tensión atrajo la atención de medios y la intervención de representantes del Ministerio Público Tutelar, así como agentes de la policía, quienes estuvieron presentes para supervisar la situación. El uso de la fuerza pública en un asunto tan personal refleja la gravedad y la escala del conflicto.
El marco legal que permitió este desenlace resultó de más de seis meses de batallas judiciales, donde el juez no solo permitió que Icardi pasara tiempo con sus hijas, sino también que las menores pudieran interactuar con la actual pareja de su padre, lo que intensificó las emociones en el entorno familiar. Icardi, por su parte, ha utilizado sus redes sociales para desahogar su frustración, lanzando acusaciones contra el entorno de Nara, incluyendo a su equipo legal, a quienes ha calificado como “lacras”. Estas declaraciones han alimentado aún más la polémica, convirtiendo una situación familiar en un espectáculo público que ha capturado la atención de sus seguidores y de los medios de comunicación.