José Carlos Marrone, conocido popularmente como Pepitito, fue un ícono del humor argentino que, tras su muerte hace 35 años, dejó una huella imborrable en el corazón de sus seguidores. Nacido en 1915 en el barrio porteño de Palermo, comenzó su carrera en la comedia de forma inesperada, logrando conquistar al público con su estilo único y su carisma. En los años 40, Pepitito se consagró en el teatro de revistas y, posteriormente, se trasladó a la televisión.
La vida personal de Marrone es tan notable como su carrera profesional, marcada por su singular relación con dos mujeres a lo largo de 22 años. Su esposa Rosa “la Gorda” Gillidoro y su amante Juanita Martínez conocían la existencia de la otra y, sorprendentemente, las tres mantuvieron una dinámica de respeto. En sus propias palabras, Marrone se definía como un hombre feliz, afirmando: “Soy muy feliz. La gente me quiere, no tengo problemas, me siento rico porque me conformo con lo que tengo”.
La hija de Pepitito, Rosa Teresa Marrone, conocida como Coqui, compartió anécdotas sobre su infancia en medio de este triángulo amoroso. La relación de sus padres, que comenzó en los años 30 en un contexto de dificultades económicas, evolucionó con el tiempo, pero el verdadero reto inició cuando Marrone conoció a Juanita, quien se convertiría en su amante. A pesar de la complejidad de la situación, tanto Rosa como Juanita encontraron maneras de coexistir, siendo parte fundamental de la vida de un hombre cuya carrera deslumbraba sobre los escenarios. La muerte de Rosa en 1972 llevó a Marrone a formalizar su relación con Juanita poco después, demostrando que, para el humorista, el amor podía superar los límites de la vida misma.