Un tesoro de la historia natural y cultural en Argentina
En el extremo oeste de la provincia del Chaco, cerca de Santiago del Estero, se encuentra un lugar que parece tener un pasaporte directo al cosmos: el Campo del Cielo. Este sitio excepcional no solo es conocido por albergar los meteoritos más grandes del mundo, sino también por sus profundas raíces en las memorias y tradiciones de los pueblos originarios.
La historia de un impacto milenario
Hace aproximadamente cuatro mil años, una gran roca espacial, proveniente del cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter, ingresó a la atmósfera terrestre a velocidades supersónicas. La explosión, que desintegró parte del cuerpo celeste, generó una serie de crateres en la región, convirtiéndose en uno de los fenómenos más impresionantes y duraderos observados en Argentina.
Los meteoritos de Campo del Cielo, joyas de hierro del espacio
Se estima que en el área han caído aproximadamente 300 toneladas de fragmentos, de los cuales solo se ha recuperado un 33%. Entre ellos, destacan dos que figuran entre los tres meteoritos ferrosos más grandes del mundo. El meteorito de El Chaco, con 37 toneladas, es considerado el segundo más grande y solo superado por el meteorito Hoba en Namibia, que pesa 66 toneladas.
El proceso de formación y las leyendas ancestrales
El meteorito original, que pesaba más de 600 toneladas, llegó a la Tierra tras atravesar la atmósfera en una bola de hierro que explotó y fragmentó en múltiples partes. Para las comunidades originarias, estas rocas representan mucho más que simples fragmentos de espacio: son símbolos sagrados y herramientas ceremoniales, vinculadas a tradiciones ancestrales que celebran la conexión con los cuerpos celestes.
Un sitio de historia y espiritualidad
Las crónicas del siglo XVIII, escritas por jesuitas y otros viajeros, narran cómo los pueblos moqoit y otros grupos aborígenes relacionaban los meteoritos con su cosmovisión. Los consideraban enviados de los dioses y los usaban en rituales, como símbolos de identidad y unión comunitaria. La presencia de estos fragmentos en sus ceremonias fortalecía su vínculo espiritual con el cielo.
La ciencia y las expediciones en Campo del Cielo
Desde la campaña científica liderada en los años 60 por William Cassidy, en el Lamont Geological Observatory, se confirmó que estos meteoritos tienen más de 4.000 años. Investigadores argentinos y extranjeros han estudiado más de quince cráteres, documentando la historia de impactos que configuraron la región geomorfológicamente.
Visitando el lugar y preservando el legado
El área se encuentra en la Reserva Natural Cultural Pigüen N’Onaxá, un espacio abierto donde el público puede admirar fragmentos originales, aprender sobre su historia y tradición, y entender su relevancia geológica. La visita es libre en el exterior, pero las excursiones guiadas en los cráteres y el centro de interpretación se realizan en horarios específicos, principalmente los fines de semana.
¿Por qué tan pocos argentinos conocen esta maravilla?
A pesar de su importancia, la accesibilidad y la difusión de Campo del Cielo en Argentina siguen siendo escasas. Su lejanía, los caminos en mal estado y la escasa promoción hacen que numerosos argentinos desconocen que en su propio territorio se alberga uno de los mayores tesoros del universo. Su historia, sus leyendas y sus maravillas materiales merecen ser más conocidos y divulgados.
Cómo valorar y proteger este patrimonio natural
Es fundamental promover su conservación y la educación sobre sus valores científicos y culturales. La protección de los cráteres y fragmentos ayuda a preservar una huella milenaria del cosmos, que también es patrimonio de toda la humanidad. Viajar a Campo del Cielo es una oportunidad para conectar con la historia de nuestro planeta, entender las fuerzas que lo moldearon y valorar el impacto de nuestro universo en la Tierra.