La provincia de Formosa vivió una jornada electoral que dejó un mapa de resultados con implicaciones políticas relevantes. El gobernador Gildo Insfrán, en funciones desde hace casi 30 años, impulsa una reforma constitucional que le permita prolongar su liderazgo, en medio de un escenario de alta tensión interna y un bajo nivel de participación electoral. La elección de ayer, centrada en la aprobación o rechazo de enmiendas a la Constitución provincial, fue marcada por un elevado ausentismo, que alcanzó cifras históricas para la provincia, reflejo de un desencanto generalizado con el sistema político y las candidaturas en competencia.
Las urnas se abrieron en un clima de hermetismo y tensión política, con distintos sectores internos en pugna por definir una lista de unidad que permita consolidar el apoyo popular y legitimar las reformas propuestas. La movilización de los sectores alineados con Insfrán intentó enfatizar su respaldo a la continuidad, pero los resultados indicaron una captación limitada del electorado, en medio de la introducción de nuevas figuras y alianzas que buscan frenar el dominio histórico del oficialismo. La derrota de las fuerzas tradicionales abrió una ventana de incertidumbre sobre el futuro político del régimen en la provincia.
El mapa de resultados refleja, además, la fragmentación del voto y el impacto de distintas estrategias de movilización que en el pasado brindaron ventajas al oficialismo. La tendencia al abstencionismo, que en Formosa superó el 48%, plantea un desafío para las autoridades y refuerza la necesidad de replantear las estrategias de participación en procesos electorales. La creciente desconexión entre la política y la ciudadanía, junto a la persistente tensión interna en el peronismo local y las alianzas fragmentadas, marcan el escenario de una semana que puede definir el curso político de Formosa en los meses venideros.