Con la llegada del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, a Buenos Aires, se anticipa una cumbre del Mercosur marcada por tensiones latentes pero con la esperanza de mantener un diálogo productivo. Lula participará en esta reunión el jueves, aprovechando un breve paso por Argentina tras su visita a Centroamérica. A pesar de la presión por abordar diversos temas, su agenda no contempla una visita a la expresidenta Cristina Kirchner, quien se encuentra en prisión domiciliaria, lo que reduce aún más las expectativas de encuentros de alta carga política.
El presidente argentino, Javier Milei, anhela una cumbre de “tranquila” pero “productiva”. Sin embargo, las intenciones brasileñas de establecer un “Mercosur verde” y resaltar la agenda 2030, junto a un fuerte enfoque en derechos humanos, plantean un reto formidable a la visión libertaria de Milei. A medida que la cumbre se aproxima, las diferencias de expectativas sobre temas climáticos y de políticas exteriores se hacen más evidentes. No obstante, desde la Cancillería argentina se secunda la idea de que se han manejado las discrepancias de manera cautelosa, lo cual podría mitigar roces directos en el encuentro.
En la cumbre, se espera un acuerdo sobre la ampliación de excepciones arancelarias, vital para que Argentina pueda avanzar en sus negociaciones comerciales con Estados Unidos. La propuesta de ampliar los aranceles exteriores comunes hasta 50 rubros es un aspecto que Milei considera esencial. Mientras Brasil parece haber dado algunas concesiones en este aspecto, las diferencias permanecerán en la agenda, especialmente con respecto al Instituto de Derechos Humanos del Mercosur y la resistencia argentina a iniciativas vinculadas a políticas de género de la ONU. Esto deja un panorama incierto sobre cómo se desarrollarán las negociaciones y si se alcanzarán compromisos significativos durante este crucial encuentro.