Las legumbres se han considerado desde tiempos antiguos una fuente vital de nutrientes. Cultivadas desde el 7000 a.C., estas semillas comestibles han acompañado al ser humano a lo largo de su evolución. Famosos platos, como el fūl mudammes, un desayuno de porotos secos típico en Egipto, demuestran su importancia en diversas culturas. Según Sol Vazquez, licenciada en Nutrición, estas legumbres han sido la base de la alimentación de poblaciones longevas a lo largo de la historia y son esenciales en una dieta equilibrada, aportando proteínas, fibra, hierro, zinc y magnesio.
Las leguminosas, que incluyen porotos, lentejas, garbanzos, soja y arvejas, son reconocidas por su alto contenido proteico y bajo en grasas. Su consumo no solo ayuda a reducir el colesterol y controlar el azúcar en sangre, sino que también se ha vinculado a la prevención de enfermedades crónicas, como la diabetes y problemas cardíacos. Sin embargo, para aquellos que optan por una dieta basada en plantas, es crucial combinar las legumbres con cereales y otros alimentos para asegurarse de obtener todos los aminoácidos esenciales que el cuerpo necesita.
La combinación de legumbres y cereales no sólo es culturalmente sabrosa, como en el caso de arroz con lentejas o garbanzos con couscous, sino que también potencia su valor nutricional. Es por eso que las recomendaciones actuales alientan a las personas a aumentar su ingesta de legumbres, complementándolas con ingredientes ricos en vitamina C para mejorar la absorción de hierro y asegurar una dieta más equilibrada y saludable.